Muchos creen que gemir es automático. Que con meterla ya alcanza.
Error.
Un gemido real no se compra ni se finge: se provoca. Es animal, visceral, ese ruido que te hace mirarte al espejo después y decir: “soy un puto crack”.
Si no sabés distinguirlos, estás a un paso de seguir siendo amateur… o de convertirte en campeón.
1. El susurro tímido
Ese “mmm” bajito, como si se le escapara sin querer.
No es grito, no es exageración: es el aviso de que tu calentamiento ya empezó a prender la mecha.
Suena como cuando te dicen “dale, seguí así” en un examen, y sabés que vas a aprobar con sobresaliente.
Si lo escuchás, no cambies nada: ese murmullo es la confirmación de que vas en camino al gol.
2. El rugido salvaje
Acá ya no hablamos de susurros, hablamos de un recital de heavy metal. 🤘
Cuando la penetración se pone seria, los gritos parecen el pogo de un estadio.
Si los vecinos golpean la pared, felicitaciones: estás tocando en primera fila.
Este gemido no se finge, no se inventa: es puro instinto animal saliendo en surround.
3. El quejido dulce
La mezcla más peligrosa: ternura y porno en un solo sonido.
Es ese “no pares nunca” que te derrite y te enciende a la vez.
Te hace sentir amante, cuidador y bestia en la misma jugada.
Adictivo como el chocolate: una vez que lo probaste, lo vas a buscar siempre.
4. El grito ahogado
Ese momento en que le das tan justo que se queda sin aire.
Es un sonido cortado, entre gemido y muerte fingida de placer.
La boca se abre, pero no sale todo lo que quiere gritar.
Es oro puro: significa que encontraste el botón rojo y la estás dejando KO.
5. El canto largo
Ese gemido sostenido que arranca suave y sube, sube, sube… como un himno nacional cantado en la final.
Es el “¡sí, ahí, no pares!” convertido en sonido infinito.
Cuando escuchás este, no te muevas ni un milímetro: la gloria está a segundos de estallar.
6. El gemido silencioso
El más peligroso de todos.
No se escucha nada… pero la cara lo dice todo.
Ojos cerrados, boca abierta, cuerpo arqueado como si estuviera poseída.
Ese silencio es el equivalente a un estadio entero gritando tu nombre.
Y te lo juro: vale más que cualquier ruido.
7. El falso de compromiso
También existe, no nos hagamos los boludos.
El típico “ay, qué rico” con cara de “me quiero ir a dormir”.
Es el aplauso de mentira del sexo, como cuando en un cumpleaños todos aplauden al primo que desafina con la guitarra.
Se nota, se siente, y si no lo captás… estás jugando en cuarta.
8. El gemido sorpresa
Ese que aparece de golpe, como un grito de gol en el último minuto.
Estaba todo tranqui y de repente… “¡ahhh!”.
Te agarra de imprevisto y te hace sentir un puto genio táctico.
Ese gemido no se espera, no se calcula: se gana con un movimiento inesperado.
9. El coro celestial
Cuando ya no es un gemido, sino un recital completo.
Sonidos mezclados, descontrolados, como si la cama se hubiera convertido en un karaoke del placer.
Si llegaste acá, sos MVP.
No hay VAR, no hay repechaje: es Champions League del sexo.
Porque al final no se trata de meter y sacar:
se trata de dejarla sin voz, sudada y pidiéndote más. 😏🔥