Sexo digital y los vicios calientes que me tienen perdida

No me voy a olvidar nunca de esa noche. Estaba en la cama, sola, scrolleando, y de golpe apareció. Una foto en el espejo, camiseta cayéndose, la bombacha apenas asomando, los labios mordidos como si me estuviera esperando. No mostraba nada y sin embargo mi cuerpo reaccionó como si ya estuviera encima mío. Sentí calor en las piernas, la piel erizada, las ganas de arrancarle la ropa con los dientes. Eso era un thirst trap. Un puto selfie que me dejó mojada antes de que pudiera parpadear.

La cosa se puso peor cuando sonó la videollamada. Lo atendí, medio nerviosa, esperando que me pidiera que me saque la ropa. Pero no. Me miró fijo y con esa voz me dijo: “Abrí la app del banco. Mandame cien, ahora, perrita.” Sentí un latigazo en la panza. Obedecí. Los dedos temblando al tipear el monto, la respiración cortada, la sangre golpeándome en el cuello. Cuando me confirmó que la transferencia había entrado, sonrió. No hubo roce, no hubo piel. Y yo acabé mojándome sola, con la bombacha pegada, como si me hubiera poseído a distancia. Ese fue mi primer findom. El orgasmo más caro y la humillación más caliente de mi vida.

Pensé que nada podía superar eso… hasta que me dejé llevar por el gooning. Al principio me reía, ¿quién puede quedarse horas mirándose porno sin acabar? Hasta que lo probé. Me senté con el celular en la mano, auriculares puestos, gemidos en loop, imágenes que se repetían. Diez minutos, veinte, una hora. Perdí la noción del tiempo. Mi mano ya no era mía, se movía sola, húmeda, resbalando. La pantalla era mi droga, los jadeos me entraban en el pecho, la cabeza se me apagaba. Entré en trance. No buscaba acabar, buscaba perderme.

Cuando al fin exploté, fue como un derrumbe. Un grito ahogado contra la almohada, las piernas temblando, la cama mojada, el cuerpo entero sacudido como si me hubieran atravesado mil veces. Me quedé jadeando, vacía, con olor a sexo en el aire y el corazón latiendo como un tambor.

Desde entonces sé que el sexo no es solo piel contra piel. También vive en una foto, en una transferencia, en un trance que te deja temblando. Y cada vez que lo recuerdo, vuelvo a sentir ese calor bajándome hasta las piernas.

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